Los Lophiiformes son un orden de peces teleósteos de enorme boca, piel desnuda, aletas carentes de espinas, y aletas pectorales sostenidas por un corto brazo. Comprenden dos familias importantes, lofidos[1] y antenaridos, que incluyen el género Lophius, al que pertenece una especie muy apreciada en la gastronomía, el rape (Lophius piscatorius).
Los Lophiiformes tienen enormes cabezas, anchas, chatas y deprimidas, con el resto del cuerpo como si fuera un apéndice. Pueden crecer hasta 2 m; lo más común es hasta 90 cm. Su máximo peso es de 30 kg.
La mayoría son abisales, pero hay varias familias que tienen representantes de aguas superficiales, como los peces sapo (familia Antennariidae). Ejs. de otras familias que viven en aguas superficiales son los Lophiidae y los Ogcocephalidae. Esas familias también tienen representantes de aguas profundas, que pertenecen a la superfamilia Ceratioidea.
Los Lophiiformes fueron unidos con los Batrachoidiformes para formar el orden de los pediculados (Pediculati) por Regan en 1912 pero se retractó en 1926. Desde entonces, la opinión corregida ha sido aceptada.[2] En consecuencia, no se debe usar ni pediculados ni Pediculati para referirse a estos.
Este orden es conocido por su característico método predador.
Poseen una especie de señuelo para atraer a sus presas, compuesto por un apéndice sobre la cabeza (en general el primer radio espinoso de la primera aleta dorsal modificado, pero pueden ser los 3 primeros) con un ensanchamiento en su extremo libre (el esca ?),[3] movible en todas direcciones. De este modo el esca puede atraer a otros peces lo suficientemente cerca para ser engullidos en un rápido movimiento. Muchos viven principalmente en el océano abisal, zona afótica, donde el agua es tan profunda que nada de luz solar penetra para la fotosíntesis, por lo que estos predadores poseen señuelos bioluminiscentes (vía simbiosis bacteriales). En una adaptación vinculante, los Lophiiformes son grisáceos, pardos oscuros o negros, invisibilizándose y haciendo aparecer sólo el adminísculo luminiscente.[4]
La ancha boca se extiende en la circunferencia anterior de la cabeza, y ambas mandíbulas están armadas con bandas de largos y puntiagudos dientes, inclinados hacia adentro, y hasta los puede mover algo hacia adentro para no ofrecer impedimento al tragado, y prevenir cualquier escape desde su boca. Pueden además distender sus mandíbulas y estómago (sus huesos son delgados y flexibles) a enormes proporciones, pudiendo engullir una presa dos veces más larga que su cuerpo.
Algunas especies bentónicas (viven en la base del océano) tienen "patas" en el pectoral y las usan para "caminar" por el suelo del océano.
Los huesos pectorales y ventrales están articulados para funcionar a modo de pies, moviéndose o aún caminando, por el fondo arenoso y/o con pastos. Alrededor de su cabeza y también de su cuerpo, la piel tiene apéndices aparentando pequeños trozos de pastos marinos, una estructura que, combinada con su extraordinaria facultad de mimetizar el color de su cuerpo con su entorno mejora su habilidad como predador.
Algunos lofiformes tienen un sorprendente método de apareamiento: Como los individuos son escasos y doblemente difícil de encontrarlos por su mimetismo, hallar compañero es un problema. Cuando se los comenzó a estudiar y capturar, se encontraban exclusivamente hembras. Esos individuos tenían poco tamaño, y todos tenían unos parásitos adosados a ellos. No se supo qué eran, hasta descubrir que esos "parásitos" eran los ceratioidos machos.
Cuando un macho de esas especies sale del huevo, ya está equipado con un olfato extremadamente desarrollado para detectar aromas en el agua. Su aparato digestivo se va atrofiando, con lo que son incapaces de vivir independientemente. Deben encontrar una hembra rápidamente, o sus reservas se agotan y muere. Los órganos sensibles olfatorios le ayudan a detectar las feromonas que señalan la proximidad de una hembra. Cuando la halla, se pega a su flanco, y segrega una enzima que digiere la piel donde toca, y su boca se fusiona con la hembra a nivel de vasos sanguíneos. El macho luego se atrofia para tener solamente las dos gónadas y emitir semen en respuesta a las hormonas en la sangre de la propia hembra, indicando la presencia de un óvulo a fecundar. Este es un ejemplo extremo de dimorfismo sexual. Así, siempre la hembra tiene al macho listo para fecundar.[4]
Los huevos de los lophiiformes son muy singulares. Es una fina película de material gelatinoso transparente de 50 a 75 cm de ancho y de 6 a 7,5 m de largo. Los huevos están en unicapas, y cada uno en su propia cavidad. los huevos se liberan en el mar. Las larvas nadan libremente y tienen su pelvis alargada en filamentos.
En Europa, la cola es muy usada en cocina y comparada con la langosta en sabor y textura. A veces es llamada "langosta de los pobres." Es una especialidad culinaria en ciertos países asiáticos. En Japón cada pescado se vende en USD $ 150. El hígado solo, considerado una "delicatessen", puede costar USD $ 100.
Existen 18 familias en este orden, agrupadas en tres subórdenes:[1][5]
Los Lophiiformes son un orden de peces teleósteos de enorme boca, piel desnuda, aletas carentes de espinas, y aletas pectorales sostenidas por un corto brazo. Comprenden dos familias importantes, lofidos y antenaridos, que incluyen el género Lophius, al que pertenece una especie muy apreciada en la gastronomía, el rape (Lophius piscatorius).
Los Lophiiformes tienen enormes cabezas, anchas, chatas y deprimidas, con el resto del cuerpo como si fuera un apéndice. Pueden crecer hasta 2 m; lo más común es hasta 90 cm. Su máximo peso es de 30 kg.
La mayoría son abisales, pero hay varias familias que tienen representantes de aguas superficiales, como los peces sapo (familia Antennariidae). Ejs. de otras familias que viven en aguas superficiales son los Lophiidae y los Ogcocephalidae. Esas familias también tienen representantes de aguas profundas, que pertenecen a la superfamilia Ceratioidea.
Los Lophiiformes fueron unidos con los Batrachoidiformes para formar el orden de los pediculados (Pediculati) por Regan en 1912 pero se retractó en 1926. Desde entonces, la opinión corregida ha sido aceptada. En consecuencia, no se debe usar ni pediculados ni Pediculati para referirse a estos.