El topo ibérico (Talpa occidentalis) es una especie de mamífero soricomorfo de la familia Talpidae endémica del oeste y centro de la península ibérica[2] que se alimenta de larvas y gusanos bajo tierra. La topera se suele encontrar en prados, cultivos regados y terrenos de buen suelo orgánico. También habita bosques de chopos, fresnos y olmos.
Se diferencia del topo europeo por su menor tamaño, por tener los ojos totalmente tapados por el pelo, un cráneo más alargado y estrecho, y por los pelos blancos que cubren las manos y el hocico. La cola es corta y cubierta de pelo, y las manos son grandes y acabadas en garras. El hocico es cónico y con largos bigotes que, al igual que los pelos de las manos, sirven para detectar vibraciones y tantear.
Es una especie cavadora que, como su congénere europeo habita en lugares con suelo profundo que no sea ni muy pedregoso, arenoso o anegado. Se halla con frecuencia en prados y pastizales. En el sur de su área de distribución está restringido a las zonas montañosas. Se alimenta de invertebrados, sobre todo de lombrices. Es considerado una plaga que daña los pastizales y es perseguido por los agricultores.[3]
Especie endémica de la península ibérica, se distribuye de forma más o menos continuada por el tercio noroccidental peninsular, estando ausente en los Pirineos y Valle del Ebro. En el resto de la península se restringe a las zonas de montaña, siendo escaso en la mayor parte del valle del Guadalquivir.
El topo ibérico (Talpa occidentalis) es una especie de mamífero soricomorfo de la familia Talpidae endémica del oeste y centro de la península ibérica que se alimenta de larvas y gusanos bajo tierra. La topera se suele encontrar en prados, cultivos regados y terrenos de buen suelo orgánico. También habita bosques de chopos, fresnos y olmos.